Cuando se cierra una puerta se abren otra

Es un dicho muy frecuente, que viene a significar que la vida está llena de oportunidades, y que cuando un camino está bloqueado hay otros muchos senderos por donde transitar hasta encontrar otro camino que nos lleve en la dirección que deseamos.

Profundizando más en este dicho popular, para cumplir esta premisa lo primero es que la puerta esté cerrada. Que esté cerrada en nuestra mente, en nuestros pensamientos, en nuestra atención. Únicamente alejándonos de ello podremos ver otras oportunidades, podremos empezar a pensar en encontrar otras puertas. Muchas veces nos frustramos ante una puerta cerrada y la seguimos aporreando porque nos resistimos a reconocer que la cuestión ha finalizado.

Este es el gran mensaje del famoso librito "Quien se ha llevado mi queso", en donde dos ratoncitos se encuentran que la comida que recibían en su lugar habitual ya no está... y hay dos opciones: o seguir esperando que algún día vuelva, o arriesgarse por el laberinto a buscar un nuevo lugar donde haya comida... Quedarnos frente a la puerta cerrada esperando que vuelva a abrirse... o adentrarse en nuevos horizontes, con todos los miedos e incertidumbres que ello comporte...

Por lo tanto, lo fundamental es que nosotros estemos bien, con ánimo y con ilusión, que tengamos una disposición personal a seguir avanzando. Aunque a veces nos cueste.. esto es cuando nos ponemos a hacer ejercicio después de una larga temporada de inactividad, al principio cuesta y dan agujetas, pero después te sientes bien y el cuerpo te lo pide... en cuanto demos unos cuantos pasos ya veréis como recuperamos esas ganas perdidas.

Eso no significa que uno deje de hacer lo que le gusta si no simplemente que lo haga en otro lugar, que busque y se construya otro sitio donde haya queso, o a lo mejor sí y aprovechar para dar un giro radical a su vida.

Estos días en mi entorno cercano, y supongo que en el de muchos, personas que han pasado de tener una estabilidad laboral, se encuentran ahora despedidos. En algunos casos llega por sorpresa, y nuestra vida se vuelve boca abajo; o bien se veía venir, pero en la mayoría de las ocasiones se prefiere mirar para otro lado.

Sí, estamos en crisis, pero eso no signfica que no se puedan encontrar otras oportunidades, o que uno no pueda construirse una oportunidad nueva, haciendo lo que le gusta, desarrollándose personal y profesionalmente. La clave es un empujoncito, es ese primer paso, como el de los niños empezar a caminar... sí, tenía un contrato estable... pero la puerta está cerrada, olvidala, no te quedes ahí pasmado lamentando tu suerte o envenenándote rememorando lo que ha pasado... hay otras muchas puertas y, el mero hecho de la búsqueda, ya te aporta.

El general Cayo Mario

Como yo entiendo un blog como un cajón de sastre personal, hoy me apetece hablar de historia, de la que soy un simple y fervoroso aficionado, aprovechando una relectura de una de mis novelas favoritas, El primer nombre de Roma (y las siguientes hasta la muerte de Julio Cesar y el ascenso al poder de Augusto) de Colleen McCollough.

La figura del general (sobre todo general) Cayo Mario, 7 veces cónsul de Roma, ha quedado sepultada por la fama de su sobrino Julio Cesar. Era un hombre nuevo, de Arpinum (de donde años más tarde surgiría Cicerón), no pertenecía pues a las familias patricias de Roma que combatieron ferozmente por disminuir su influencia y anular su carrera política.

Cayo Mario sentó las bases que posteriormente permitiría el ascenso de su sobrino Julio Cesar en todos los sentidos (de hecho, su sobrino siguió fielmente el guión de su tío). Como militar, a la altura de un Anibal o un Alejandro, fue el que incorporó las bases del poder de la legión romana, cambio su configuración y orden, introdujo las famosas águilas de plata, actualizó armas y, sobre todo, introdujo el concepto de soldado profesional pertechado por el tesoro. En lo político, intensificó el uso de los Tribunos de la Plebe para legislar minimizando la influencia del Senado. En su actitud, su ansia de poder le llevó a una guerra civil con Lucio Cornelio Sila (populares contra patricios, exactamente igual que la posteriormente librarían Julio Cesar y Pompeyo), la primera entre romanos. Entre sus éxitos, está el exterminio de una terrible invasión de germanos (se calcula más de 800.000) que habrían arrasado con la civilización romana y la propia Roma gracias a su extraordinario talento militar.

Un gran personaje de la historia con claroscuros. La república romana comenzó a decaer desde entonces, dictuduras (como la de Sila), rebeliones o intentos de toma de poder por la fuerza (como la de Catilina), bandas callejeras para controlar el voto de la plebe(como el famoso Clodio) y generales que entendían que el ejército era suyo más que de Roma (Julio Cesar y Pompeyo) y lo utilizaban para conseguir sus fines políticos... efectivamente, Alea Jacta Est... gracias a Cayo Mario, salvó Roma y condenó a la República.

El baile de máscaras

Influido por una magnífica, aunque corta, noche de carnaval, donde los piratas padre-hijo paseamos la "botella de ron" por Córdoba, me viene al hilo la reflexión de las máscaras o los roles que a cada uno nos toca adoptar en esta larga vida.

Todos, y cuando digo todos, digo todos, seguimos un guión y un papel en el que actuamos en función de las relaciones sociales, profesionales o familiares que nos toca vivir, no implica que seamos unos falsos, si no que por educación, convivencia y/o por exigencias laborales debemos potenciar unas conductas y reprimir otras, matizar o moderar un discurso o exhacerbarlo, etc. etc. Estas máscaras son, o deberían ser, diferentes versiones de nosotros mismos, es decir, no se trata de defender o apoyar algo en lo que estás radicalmente en contra, si no de "saber estar".

Pero claro, este "saber estar" tiene un límite, como es el de aceptar cosas que no nos gustan, de tener que sonreir ante un comentario denigrante, de tener que decir que estar de acuerdo con algo que te repugna profundamente. Algunas personas se autoengañan un tiempo, intentan (si no recuerdo mal los psicólogos lo llaman disonancia cognitiva) convencerse de que está bien, de que no tiene importancia, de que quizá estemos equivocados. Pero dura poco (o todo lo que puedas, que hay gente que aguanta el asco tela marinera), la máscara no se sostiene en la intimidad y la soledad y ese conflicto interno acaba por estallar y hacer insoportable el papel que desempeñas.

En ese momento necesitas un cambio, alejarte de estos caminos y transitar por otros nuevos. Por que no hay nada más importante que ser y sentirse en paz con nosotros mismos. Todo cambio provoca un vértigo, sobre todo cuando no se tiene definida la dirección... pero lo importante es avanzar, hacer, no estancarse. En este sentido, mi apuesta personal sigue siendo el emprendimiento, como fórmula para el desarrollo personal y creativo, como espacio para crecer, aprender, ganarte la vida y vivirla a tu manera. Siempre llevarás alguna máscara, pero serás tú quien defina que papeles quieres ejercer y cuáles no.

La semana pasada me regalé el "Arte de Empezar"de Kawasaki, como dice la publicidad "el libro más útil para emprender desde los 10 mandamientos (esto último lo exagero yo)".. pues no es para tanto, muchos consejos e ideas están bien si eres americano y vas a montar una empresa con un millón de dólares o eres un genio informático con una idea superrrevolucionaria... pero como de todo libro, y más de estos de lluvia de ideas, se pueden extraer cosas interesantes, me quedo con la apuesta inicial: para montar una empresa no reflexiones tanto, ideas claras, producto definido y a lanzarlo al mercado, a vender. Ya ajustarás después, ya elaborarás después, ya harás proyecciones después... primero prueba, primero la acción y el contacto directo con la realidad.. La acción es muy importante para mantenerte activo, para motivarte, para creerte el proyecto y eso, es decir, tu motivación personal y tu impulso como emprendedor es más importante que los planes.

¿Me acepta este baile?