Contracorriente

No es la primera vez que utilizan el curioso vocablo contracorriente para definirme. Por lo general, no presto excesiva atención, ni me gusta etiquetar ni me involucro en las conversaciones de personas que les gusta opinar y sentenciar sobre su entorno.

Sí es verdad que tengo un modelo de vida diferente al resultante de una "media estadística" de conductas, pero para mi nunca fue esto ninguna brújula. Hago aquello que creo conveniente, aquello que se acomoda a mis valores, a mis gustos, a mis necesidades, y que encaja con el camino de las personas con las que comparto mi vida. Nada más.

Reconozco que me gusta mucho reflexionar, dedicar tiempo a situarme en el presente y en el futuro. Y creo que aquí es donde está el déficits de muchas personas, que dejan arrastrar su vida por el cauce de la costumbre, del hábito, de la inercia, en definitiva, con el piloto automático puesto de forma permanente.

Estamos en una época donde el tener, tener y tener ha ocupado los espacios más íntimos de la persona, y hemos minimizado el ser. Y no se puede sustituir el amor, la euforia del logro o una conversación profunda por un coche, por mucho que nos vendan que es una "autoemoción".

Quizá por esto está surgiendo con fuerza el coaching y tanta gente a mi alrededor está involucrándose en él. Por que después de tener tanto y tan caro, nos hemos dado cuenta que lo que se ha quedado sin valor somos nosotros mismos.

No es contracorriente, es seguir tu propio fluir.

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