El proselitismo de los otros...

Estos días ando desubicado. La vuelta de vacaciones, una gastroenteritis y una conversación que se repite como en la película del día de la marmota, tienen la culpa.

Y es que, acostumbrados todos a verme con un cigarro en los dedos, no pasa desapercibidida mi abstinencia.. así que se produce una rápida secuencia como sigue: ¿has dejado de fumar? Sí (esto con variantes, a veces es mi mujer quien saca el tema, lo contenta que está de que no sea un cenicero andante).. ¿y que tal lo llevas? Pues mal. Bueno, pasa pronto (eso lo dicen más la gente que nunca ha fumado y no ha tenido que dejarlo, lógicamente, ..) ahora lo que tienes que hacer es ponerte a régimen y perder unos kilitos.. (coño, hasta cuatro veces ya, ¿es que no es bastante lo jodido que estoy con el mono nicotínico pa que ahora tenga que dejar de comer??.. un poquito de piedad, ¿no?)

Y es que muchas veces nos gusta dar consejos gratis a los demás (que en la mayoría nosotros no seguimos, claro, pero que tenemos nuestras razones para ello, jeje).. o como yo llamo el proselitismo de los otros...

Cuando por primera vez abordé la paternidad un amigo me regaló un libro ¡Voy a ser papá!, donde con un humor inteligente y ácido te iba desgranando cada una de las etapas y paranoias del embarazo. Un capítulo me llamó poderosamente la atención: el que hablaba de la obsesión de los nuevos papas por "embarazar" a todo el mundo (aquellos que me conocen se reirán, pues no era yo pesao ni ná), y es una especie de mecanismo psicológico por lo que la alegría que sentimos queremos que lo demás también la vivan y les "animamos" a ello.

Esto pasa con los consejos, muchas veces proyectamos en los demás, metas o situaciones que nosotros no conseguimos, pero que anhelamos y reconocemos como buenas. Pero fijaos, esta misma conversación tiene también otro transfondo, y es más la mala baba de gente que, en cierto modo, te quiere seguir subrayando, sí, habrás dejado de fumar pero sigues siendo un gordo... ¿con cuál nos quedamos?

Pues seguramente dependerá de la etiqueta que tenemos previamente del emisor, lo cuál nos lleva a pensar cuántas veces ponemos una etiqueta equivocada y cuántos chascos nos llevamos... otras opciones es pensar siempre bien u otra es pensar siempre mal. Al gusto..

Yo por ahora no me lo tomo mal, porque la verdad es que estoy gordo, pues vale, es una descripción fiel de la realidad, no me molesto por ello, me gustaría tener abdominales como tabletas de chocolate, pero como no hago realmente nada por ello (tragarme las tabletas he comprobado que no da resultado), ese "me gustaría" no es nada serio. Además he comprobado que los de la mala baba les pone de los nervios que no me moleste en absoluto...

Esto sí, a ver si supero esta conversación ya, y el no fumar ya no es una novedad... y va quedando como un mal recuerdo... y de perder unos kilitos ya hablaremos que habrá que dejar algo para Año Nuevo, ¿no?











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