Año nuevo...

Leí por ahí que tendría más sentido que los años comenzasen después del verano. Realmente, el tiempo de vacaciones es suficiente para desconectar y para replantearte tu proyecto vital, es, además, algo a lo que ya estamos acostumbrados de nuestra infancia, ¿no comenzaba el nuevo curso y estrenábamos libros y aula después del verano?

El verano te sirve para cambiar de paisaje y de costumbres (aunque no te muevas de tu casa, todo cambia a nuestro alrededor), conocer nuevas personas, convivir más con los tuyos, leer con más serenidad, te sirve casi diría que para aburrirse un tanto.

Muchos visitan sus pueblos, otros disfrutan de la playa, o recorren regiones o países, y hay quien se queda a disfrutar de su ciudad semiabandonada.

Es, en definitiva, el momento de experiencias extraordinarias, que nos abren algo más los ojos, y nos permiten despegarnos lo suficiente de la rutina para percibirla y juzgar qué queremos mantener y qué queremos cambiar.

El verano es también el tiempo de grandes cambios y decisiones. Cuando trazamos el mapa de lo que vendrá después. Aunque creamos que no hemos pensado ni hecho nada más que vaguear, es un tiempo que nos permite procesarlo todo, colocarlo en su sitio, y en el momento más insospechado te das cuenta de la claridad con que nos viene la respuesta.

Ya está aquí este año nuevo, un curso más, nos espera el pupitre de la vida... espero que este año no toquen novatadas.

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