Soy de los que piensa, que, independientemente de lo que diga el calendario, los años terminan a finales de agosto. Es en verano donde tenemos un tiempo más prolongado de descanso, de reflexión, de saltar un rato del tren de tu vida y contemplarla.
No me parece extraño, pues, que se produzcan cambios de empleo en estas fechas (ahora como está el mercado, difícil, ya lo sé), que en el último cuatrimestre aumenten las iniciativas emprendedoras, o que por ejemplo que aumenten el número de divorcios...
El verano nos permite un cambio de ciclo, un nuevo reto al que hay que tomarle el pulso. Por ello, os propongo que esas promesas y deseos que hacemos en Año Nuevo los realicemos en estas fechas. Seguro que tendremos más fuerza para conseguirlo, y además nos evitaremos esos trances psicológicos negativos de la vuelta a la rutina anterior. ¡Afronta con ilusión y nuevas metas este curso 2010-11!
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