Entre las leyendas urbanas que corrían, no sé ahora, en mi época de estudiante, hay una que me hace mucha gracia. En un examen de selectividad de filosofía una de las preguntas decía simplemente ¿Por qué? A lo que una alumna avezada respondió ¿Y por qué no? Y la historieta termina poniéndole un 10 en el examen.
Hoy le estoy dando vueltas a ese ¿y por qué no?. Muchas veces autolimitamos nuestra libertad personal con todo un conjunto de argumentos racionales-emocionales-proyectivos (si hago esto va a pasar esto otro) que solamente hablan bien de nuestra prolija imaginación.
No llamo a fulanito porque lo mismo no quiere hablar conmigo... o quizá sí, ¿y por eso no lo vas a llamar? No pido tal cosa porque seguramente me van a decir que no, ¿y qué tienes que perder? No hago tal cosa porque seguro que no funcionaría, ¿seguro, cuánto tiempo le has dedicado a pensarlo?
Y no digo todo esto en tercera persona, a mi me pasa en inumerables ocasiones.
Estos días, mientras estaba imbuido en contabilidades e impuestos de sociedades (que vaya sprint que llevo, aunque acaba el lunes ya lo tengo todo finiquitado. Se nota que ya tengo más tiempo, ¿eh?), he estado pensando en ello.
Hay cosas que me apetece mucho hacer, quiero compartir con determinadas personas algún proyecto o iniciativa, quiero iniciar un proyecto empresarial que está hablado pero que no acabamos de concretar en fechas, quiero terminar un libro que si todo va bien saldrá a la luz en navidades (espero), quiero retomar mis estudios de psicología.. Y no es Año Nuevo, pero siento que cada día estoy mejor de lo mio, y que tengo ganas de coger el toro por los cuernos.
Pero sobre todo, quiero recuperar personas e ideas que están ahí, que son (al menos para mí) muy interesantes y motivadoras. Y por mi parte no quedará... En cambio hay otra gente de la que hace tiempo no sé nada (precisamente por eso del ¿y si...?), y que sinceramente me apetece volver a tener una cercanía, con el plus de una historia compartida, de un conocimiento y reconocimiento mutuo.
¿Y por qué no? En esta vida encontrar personas que valgan la pena no es tan fácil...
y yo he tenido la suerte de encontrar un puñado de ellas..
Es mucho peor arrepentirse por lo que no se ha hecho, que equivocarse. Contemplar la vida no es lo mismo que vivirla...
Eso sí, después del mes de agosto que aquí el menda se va a la playita huyendo de este calor insoportable de mi Córdoba.. ¿y no haré nada? Bueno, lo confieso, me llevaré mi portatil y ya tengo un par de cosas en mente, jeje
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