La mayoría de las veces que he asistido a una charla de un/a emprendedor/a ha predominado el optimismo, el sentimiento de logro, el orgullo del trabajo conseguido y la visión de que aquello es una aventura excitante.
Como este optimismo es casi diría que inevitable yo siempre introducía, cuando me tocaba a mi fomentar esto de la cultura emprendedora, una transparencia sobre los riesgos de ser emprendedor. En definitiva, qué puedo perder en esto, y que no toda "aventura" acaba como en las películas de Indiana Jones.
Ahora, como emprendedor en activo, sin renunciar a estas emociones intensas de sentir que se está haciendo algo importante, puedo contraponer otras emociones no tan positivas con las que tenemos que convivir, y que por otro lado forman parte de la experiencia completa de emprender.
En primer lugar, tienes una sensación de vértigo, de vacío, de ¿y qué pasa si no lo logro? Este "miedo al fracaso" es natural, yo casi diría que necesario, quien no tiene miedo no percibe los riesgos. Pero no puedes dejar que te atenace, porque si no está estás permanentemente entre dos aguas, y si no echas toda la carne el asador el proyecto no sale.
En segundo lugar, te faltan referentes y tienes que construirlos por tí mismo. La agenda está vacía, no tienes plazos definidos mas allá de las obligaciones ya contraídas con clientes, tienes que automotivarte y autoexigirte, plantearte metas claras y posibles e ir a por ellas. ESto de la automotivación es dificil de prácticar, tenemos hábitos y formas de ser y trabajar que arrastramos y de las que tenemos que limpiarnos para poder avanzar.
En tercer lugar, en la mayoría de los casos te enfrentas a la incomprensión de tu alrededor, ¿por qué no buscar curro (como si lo que hicieras no fuera trabajo)? Esto de tener un sueldo indefinido, y echar muchas horas no se ve como una alternativa interesante al trabajo. Por supuesto, ¡mucho mejor opositar!
Por último, y quizá consecuencia de todo ello, tienes un sentimiento de soledad dificil de describir. Eres tú, con tus sueños, con tus metas, con tu esfuerzo y con tus conocimientos y capacidades.
¡Nadie dijo que las aventuras fueran fáciles! Pero que maravilloso es hacer algo que merezca la pena para nosotros, y no estar en la monotonía de quien no tiene nada que ganarse y nada por lo que pelear.
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